Ser faro
Ser faro. Esta comparación siempre me resulta muy gráfica para situarnos como padres, en un lugar que elijo, con respecto a nuestros hijos. ¿Por qué?
Los faros siempre están en tierra firme o "con los pies en la tierra".
En algún puerto seguro.
Un lugar de donde se sale y a donde se vuelve...
Los faros iluminan. Iluminan el camino del que se va y la llegada del que vuelve.
Anuncian que ese lugar es donde queremos llegar.
Los faros, en general tienen escalera, para subir y mirar desde lo alto.
Mirar los movimientos de los que caminan por abajo, de los que están más lejos o de los que se vienen acercando.
Da mayor perspectiva.
SI SOMOS PADRES, SEAMOS FAROS PARA NUESTROS HIJOS...
Iluminemos su camino, dejándolos ir, y esperándolos para cuando quieran volver.
Guiémoslos con nuestra luz de nuestra experiencia vivida. Pero dejándolos ser.... con su propia vida, con sus aciertos y sus errores, como hicimos nosotros.
Que sepan dónde estamos. Y que estamos siempre para ellos. Sin agobiarlos pero mostrándonos firmes, seguros, con los pies en la tierra.
Que puedan recurrir a nosotros en cualquier puerto.
Y cada tanto subamos las escaleras "de nuestro faro" y miremos el panorama, saliéndonos de escena, desde otro enfoque, con más objetividad, dejando abajo nuestras expectativas y nuestras propias experiencias, para ver qué quieren hacer, y sobre todo SER, nuestros hijos.
Y volvamos a bajar.
Y a abrazarlos.
A contenerlos.
A mimarlos.
A decirles que los queremos.
Y que sepan que aún estando lejos, estamos siempre cerca suyo.
Cerquita.
Y que aunque nos pongamos viejos, siempre seremos faros.